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lunes, 4 de marzo de 2013

Señores de la Oscuridad


Morir era fácil, lo difícil era aprender a estar muerto. En el pasado, la idea de desaparecer como un sueño con la luz de la mañana, de no volver a sentir el aire en sus pulmones ni el sabor de un buen café, lo hacía echarse a temblar. Ahora sabía que eso nunca ocurriría y sus lamentos eran el único sonido en aquella oscuridad eterna. Los señores de la otra vida sólo deseaban una cosa: dejar de existir.  

El cuervo que sostenía a los zombies


1    Comenzó a sonar la música, esa que tan poco les gustaba fuera de aquel ambiente, pero que tanto los animaba cuando olvidaban su pésima calidad. Nadie se dejaba llevar por el ruido y las letras sin conexión o sentido alguno, salvo ellos, los que aparentaban ser más vergonzosos, los que todos tachaban de aburridos y no querían probar el elixir que daba vida a aquellos zombies. Los demás seguían cantando y riendo, sin prestar atención al cuervo que amenazaba con estropear los elaborados peinados de las chicas y arruinar la noche envenenando las tazas de aquella droga sucia. Tal vez, sólo los que no probaron la bebida fueron los verdaderos dueños de la noche.