1 Comenzó a sonar la música, esa que tan poco les gustaba fuera de aquel
ambiente, pero que tanto los animaba cuando olvidaban su pésima calidad. Nadie
se dejaba llevar por el ruido y las letras sin conexión o sentido alguno, salvo
ellos, los que aparentaban ser más vergonzosos, los que todos tachaban de
aburridos y no querían probar el elixir que daba vida a aquellos zombies. Los
demás seguían cantando y riendo, sin prestar atención al cuervo que amenazaba
con estropear los elaborados peinados de las chicas y arruinar la noche envenenando
las tazas de aquella droga sucia. Tal vez, sólo los que no probaron la bebida
fueron los verdaderos dueños de la noche.
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